NUEVA CONSTITUCIÓN: HAN MADURADO LAS CONDICIONES

Bandas de empresarios, tahúres políticos, jueces podridos, policías asaltantes, militares vendepatrias y rateros, etc., nos dominan y cogotean. Es el capitalismo lumpen. Hoy lucen enfrentados y desconcertados. Buscan capear el temporal. Es el momento de unirse y elevar la lucha.

UNO
El punto en común a enarbolar para que el movimiento social peruano salga de luchas episódicas, de explosiones efímeras, de indignaciones prontamente canalizadas por el sistema―estas luchas, sin duda, han cumplido un papel importante―, es la Lucha por una Nueva Constitución.

De hecho, el cuadro histórico para enmarcar el actual estado de cosas es mucho más amplio que el de los últimos 30 años y la aplicación del neoliberalismo. Podríamos extendernos a unos 500 años. Y entonces, hasta los mismos conceptos de República y de Nación, quedarán en debate. La misma democracia burguesa y el manoseado “estado de derecho” quedarían por las patas de los caballos.

Sin embargo, este período último ―1993-2018―es inteligible para un diálogo y debate inicial entre las fuerzas sociales que aspiran a un cambio y a la transformación social. Debemos pensar en las grandes masas, y salir de los entornos estrechos de las burocracias políticas. Ese período de casi 30 años es el horizonte de sentido para entendernos, sobre todo, con las amplias masas aquí y ahora.

En ese marco es reconocible la pérdida flagrante de derechos (educación, salud, seguridad social, etc.), pérdida de soberanía nacional, el envilecimiento de la vida política (AG, Señora K, Tío George, Tío Vlady, El Chino, etc.), la corrupción rampante, las agresiones, violaciones y crímenes contra la mujer (Arlette, Jimenita, Eyvi, Alessandra), las impunidades, las violencias de distinto tipo: contra ciudadanos de a pie que reclaman por derechos (gaseo, balas, bombas, cañones de agua, montacargas), contra la mujer, contra la niñez.

Si queremos refundar este país, o por lo menos avanzar en esa direccion, esa necesidad se relaciona con Nueva Constitución. Es una impostura sostener que las performances de los jueces basura, la accion corruptora de Odebrecht, los tejes y manejes de la ONPE, son producto de no haberse ejecutado las “reformas de segunda generación”. O sea, el mal chiste de siempre de Ghersi, Tafur, Aldo, Álvarez Rodrich y otros bufones.

DOS
¿Cómo avanzar en esa tarea urgente de la Nueva Constitución? De hecho y primero, instalar esta necesidad y la convicción en nosotros mismos. Dejar de manosearla como una consigna vacía. Demanda, sobre todo, elaborarla (punto por punto) e instalarla en diálogo y debate en el movimiento de masas. Pero no en frío, sino en las viadas que la putrefacción del sistema nos ofrece a cada paso. Es más o menos lo que venimos haciendo, pero falta mucho más.

Hoy, creemos, es necesidad empezar a poner en marcha su realización. De enarbolarla como una necesidad, debemos pasar a organizar la plasmación de una Nueva Constitución. Ello cubrira un periodo politico en nuestro pais. Se enlaza, sin duda, con el actual ascenso de la lucha popular. Y se imbrica tambien con el actual panorama de Nuestra America.

La propia lógica de la lucha va encontrando sus salidas, los pasos a seguir. En la ciudad capital hay un ejemplo. Si bien llegar a las cercanías del Parlamento, con el objetivo de hacer sentir la protesta, era relativamente sencillo, sin embargo ¿Quién tenía la autoridad para señalar el camino y ser seguido? Las generaciones mayores han perdido su ascendiente sobre las nuevas. Fue el propio movimiento quien tuvo que hallarlo en su propia lucha.

El rodaje en los distintos combates ha dado experiencia a la parte más activa del movimiento de masas. Los protagonistas, actuantes en todas las grandes luchas, se van conociendo. Sólo recordemos las últimas: la lucha por el No a Keiko, lucha contra el escándalo del aeropuerto de Chinchero, la lucha contra el Indulto, la lucha por la vacancia de PPK, la gran huelga magisterial, la lucha contra el corrupto Poder Judicial, etc. Todas ellas han sido luchas nacionales.

Y ellas vienen mostrando a todos algo muy claro: es el sistema. Habría sido grave ―como ha ocurrido con los oportunismos―, que escudándonos en la «lucha contra el sistema», nos borráramos de todas estas luchas concretas.

Luchando contra esas lacras, contra sus expresiones especificas, contra sus forúnculos purulentos, encontramos, junto a las masas, que la cuestión no es dejarnos envolver en el círculo vicioso, sino romper ese círculo a través de luchas más elevadas.

TRES
La lucha política en la cual nos desenvolvemos tiene pues una exigencia: Enarbolar en alto una Nueva Constitución para refundar el país sobre bases distintas, y para conquistar esos avances que las masas necesitan. Pues, de la misma manera que no se puede reformar el Poder Judicial desde dentro; no se puede refundar el país, desde su actual estructura jurídica, sino rebasándola. Y rebasar los marcos actuales plantea dificultades y riesgos. Pero debemos saber afrontarlos.

Por eso tenemos el deber de analizar estrategias y métodos.

Si la tarea solo fuese exigir nuevas reglas para elecciones ahora―y más aún en aras de una Nueva Constitución―, eso no se puede realizar apelando al buen corazón del jefe de la ONPE o del Parlamento, o a Vizcarra. Sino creando un escenario que obligue, por el propio derecho de los peruanos, a convocarlas.

Los métodos para llegar hasta ahí son diversos. Pero debemos ver primero con quiénes contamos. En Costa, Sierra y Selva, han surgido dirigentes políticos y personalidades democráticas importantes e influyentes. El quid, una vez más, es aplicarles el elemento diferenciador y a la vez cohesionador de Nueva Constitución. Y, más allá de las divergencias de matices, se trata de reconocerles un lugar en la lucha, no de socavarlos ni desacreditarlos.

Los mencionamos: Verónika Mendoza, de presencia nacional y a la vez afincada en Cuzco. (Aunque discrepamos de sus importunas posiciones sobre Venezuela), Gregorio Santos (En los Andes del norte), Walter Aduviri (zona aimara de Puno y alrededores, hoy perseguido ), Alberto Pizango (en la Amazonía), Vladimir Cerrón (en el Centro del Perú). Es posible que en el presente período de lucha, surjan nuevos dirigentes que se sumen a los ya antedichos.

¿Cómo no vamos a poder darle la vuelta a la torta con esta generación destacada de dirigentes y con un movimiento de masas en ascenso? Es cierto que, conforme la lucha se eleve, irá viéndose quiénes den la talla y quiénes terminen yéndose con trastos y bagajes a la defensa del sistema, del neoliberalismo.

Si no ponemos en esta lista a Marco Arana, es porque se nos ha hecho claro que ha sido el principal socavador de lo que representó como posibilidad el Frente Amplio (que terminó volando en mil pedazos y dando origen a mil caudillos). Y en ese mismo norte, se convirtió en la estrella mediática de Perú 21, El Comercio, Correo, y disparando a diestra y siniestra contra dirigentes de esas izquierdas. Un escisionista a carta cabal.

CUATRO
Pero a su vez, este virtual movimiento que luche por y plasme una Nueva Constitución, no debe obviar personalidades democráticas. Ricardo Belmont es una de estas (hoy candidatea por Obras, con el sello de Perú Libertario de Vladimir Cerrón). También César Hildebrandt, que se ha pronunciado por Nueva Constitución y por refundar el Perú. Fernando Olivera, es digno de tenerse en cuenta por su tenaz denuncia a las redes corruptas. Ha aclarado su participación en el tema de la Interoceánica en el 2005.

Debe considerarse, también, el concurso del etnocacerismo de Antauro Humala. Y, en esa línea, exigir su libertad.

Los oportunismos, de los que hemos hablado largo y tendido en Viejo Topo―Patria, Unidad, Sendero/Fuddep―, son de cuidado por su papel dúplice. Cumplen el papel de quintacolumnas.

En una circunstancia como la que vivimos, de lucha y de avance, los saltimbanquis del Fuddep, luego de haberse inclinado ante el fujimorismo, adornándolo como “populismo de derecha”, ahora dicen que representa a “la ultraderecha recalcitrante”. Y que este atenta contra el “estado de Derecho” y más aun apunta a un golpe de Estado.

Hoy, justamente, cuando la Constitución de 1993, está en cuestión y crece el clamor por cambiar este estado de cosas, aunque ateniéndonos a la propia legalidad (articulo 46 de la actual, y articulo 82 de la Constitucion del 79), ¡Oh casualidad!, salen de campeones defensores del “estado de Derecho”.

Pero, al mismo tiempo, llaman demagógicamente a derribar al capitalismo. Y lo hacen mientras vociferan «celebremos reconciliados el Bicentenario» (para tapar sus enjuagues con Fujimori y Cia y su capitulación a la lucha). O sea, todo un completo esperpento.

CINCO
De Susana Villarán ni hablemos, se pasó al campo enemigo con trastos y bagajes.

Gustavo Gorriti, Claudia Cisneros ―que jugaron a la opción de Julio Guzmán― lucen cada vez más involucrados en una salida gatopardesca, que no toque siquiera el establishment de la Constitución de 1993. Gorriti, que sepamos, no investiga ni a PPK, ni a Alan García, ni a Ollanta Humala, ni a Alejandro Toledo.

Nótese que Gorriti ha pasado por agua tibia a Kenji Fujimori, y con ello, ha terminado haciéndose de la vista gorda del Indulto a Fujimori ¿Por qué? Porque tal indulto ilegal desenmascara al trío Alberto-PPK-Kenji, como protagonistas de una acción concertada y mafiosa.

La red IDL-Reporteros, La República, America TV, etc., ha presionado con arte por la libertad de Ollanta Humala (dice que no había sustento jurídico). Pero la esencia de la cuestión es que quede el precedente de caminar libre de polvo y paja, pese a los desembolsos de Odebrecht en las cuentas de los implicados. Y si esto ocurre con Humala, entonces, también tendría que llover parejo para Toledo, PPK, y todos los demás. O sea, la impunidad general.

La investigacion de Gorriti y demás, se centra en Keiko Fujimori, representante política de un sector de la gran burguesía peruana. De hecho es la organización política (en verdad concentra al proyecto fujimorista en su conjunto, mas allá de sus divergencias) que tiene mucho mayor experiencia en aplicar a rajatabla el neoliberalismo. La que ha de proseguir a sangre y fuego el extractivismo, el destrabar, el corromper, el enlodar, el asesinar, el desaparecer, el traficar con drogas.

Por eso mismo nos opusimos a la llegada de Keiko al poder, mientras Movadef/Fudepp, le dio una manito, siguiendo al «presidente Gonzalo», que en esos momentos ―una vez más― negociaba con Vladimiro Montesinos en la Base Naval.

Ahora bien, Gorriti saca al fresco la red mafiosa en el Poder Judicial, cuyos hilos conducen a Keiko. Pero omite los audios que digan algo de la red mafiosa más grande, la red aprista. ¿Cómo podemos estar de acuerdo con eso? Se trata, pues de contiendas en las alturas del poder económico, político, mediático, militar, etc. Es decir, contradicciones al interior del sistema.

SEIS
Este breve repaso de las personalidades y fuerzas políticas en batalla tiene el propósito de plantearnos 1] ¿Cómo elaborar una plataforma política cuyo eje sea el de una Nueva Constitución? 2] ¿Quienes estamos en la pelea, de verdad?

Y por otra parte, 3] como concebir una lucha de envergadura que pase de las movilizaciones, a las paralizaciones-movilizaciones. Nos parece necesario y urgente, una paralización nacional o Huelga Nacional, con una plataforma concreta. No consideramos conveniente un Paro Nacional, porque está asociado al lenguaje y a los métodos de la CGTP. Es decir, a los ya conocidos vendehuelgas (en medio de la gran crecida popular de diciembre-enero contra el indulto a Fujimori, patearon un Paro Nacional, hacia el 17 de mayo, y luego lo desaparecieron).

Necesitamos convocar a una Huelga Nacional que exija el cierre del Parlamento y que se convoque de inmediato a Nuevas Elecciones y Asamblea Constituyente, bajo parámetros democráticos precisos. Por ejemplo, debiera omitirse la exigencia el abultado porcentaje de firmas requeridas para inscribir un movimiento politico (4% del padron nacional de votantes). En todo caso, debiera definirse un parámetro más razonable.

SIETE
La Huelga Nacional debe exigir una reforma del Poder Judicial que expectore y juzgue a las redes corruptas y sus tentáculos. Debe exigir una legislación eficaz en defensa de la mujer, ante tantos crímenes. Debe exigir una reactivación de los casos de Odebrecht, que están en la sombra de la impunidad. Debiera contarse con el respaldo de juristas probos para esta lucha. En todo caso, la Plataforma de Lucha, esta por elaborarse. Son solo ideas recogidas del propio sentir popular.

Sería necesario que tal Primera Huelga Nacional esté a cargo de un Comité de Lucha que haga una labor coordinada con todas las regiones. Es más, las regiones debieran tener un rol fundamental. Cabe que se impulsen, en medio de la lucha propuesta, de su preparación y realización, eventos que expliquen a las masas ―empleando todos los recursos― en qué consiste y por qué es necesaria una Nueva Constitución para refundar el país. Y, sobre todo, que en esos eventos se elabore tal Nueva Constitucion.

Las diversas fuerzas por Nueva Constitución ―partidos, colectivos, universidades, comunidades campesinas y nativas, sindicatos, etc.― debieran ver de qué manera integran y conforman este Comité. Pero el Comité no debe supeditarse a ninguna fuerza política en particular.

Solo de ese modo, organizadamente, será posible empezar a cambiar este estado de cosas. Solo de este modo será posible parar el ruido de sables e intentonas ―que algunos saltimbanquis magnifican y cacarean―. Solo de este modo, organizadamente, impediremos que intenten justificar pretensiones golpistas con el grito pelado de «caos y anarquía».

Para eso necesitamos, pues, unir al movimiento social peruano. Dejemos a un lado las estrecheces y sectarismos.

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Debieran verse acciones de solidaridad con Walter Aduviri y por su particiación en el actual proceso electoral.