«LUCHA ANTICORRUPCIÓN» EN LA PICOTA (I)

Dos hechos anticiparon lo que vendría: El evento de Arequipa, donde las estrellas ―Pérez/Vela/Gorriti― hoy estrelladas, pisaban con donaire el Paseo de la Fama y apuntaban a pasos mayores; y la acusación contra Hamilton Castro, que agitó el avispero y preparó el terreno para la reventazón del chupo (vt)

El esquema o estrategia «anticorrupción» visiblemente conducida desde el poder Ejecutivo ―yo lidero la lucha contra la corrupción: Vizcarra dixit―, y a través de un Poder Judicial y con la Fiscalía tomada por asalto, está al desnudo y en la picota. El malhadado Acuerdo, tan defendido por Gustavo Gorriti y comparsas, está muerto. Éste fue la culminación de una estrategia, fallida adrede, y por tanto mafiosa.

La estrategia tenía notorias fisuras y zonas oscuras desde el principio. Empecemos por lo más evidente. Estaba centrada solo en los corruptos, omitiendo a los corruptores. Desde por lo menos el 2017 Katherine Ampuero, Yenni Vilcatoma y Vitocho García Belaunde, insistían en que Odebrecht debiera ser intervenida y embargada. Con esa medida, se les llevaba a que señalaran a sus compinches locales.

Lo diremos en nuestras palabras: Si hablamos de la corrupción de Odebrecht y de su efecto devastador sobre el Perú, este es en primer lugar el gigantesco robo de recursos a través de las adendas. En ellas se inflaron obras que, por ejemplo, debieron costar US$ 1,500 millones, y terminaron costándonos US$ 7.500 millones.

Ahora sabemos que esta obra, la del Gasoducto Sur Peruano, fue una de las piezas maestras de la trama Odebrecht. La misma que fuera escandalosamente omitida por el Equipo Especial. Nuestro país podía recuperar mucho incluyéndola en el largo prontuario en el que han quedado omitidas una cincuentena obras más. Pero era decisiva también para Odebrecht, a fin de ganarnos un juicio por US$ 2,000 millones.

¿En qué lugar se pusieron los fiscales estrella? Coincidimos en que Odebrecht penetró en la Fiscalía y en el Equipo Especial y que maniobró a través de él. Coincidimos en que tal E.E, desenvolvió una labor concertada con el Ejecutivo. Podría hacerse una cronología de su juego en pared, pero basten dos botones: 1) El retorno de Vizcarra cuando los fiscales fueron retirados por un ya caído en desgracia Pedro Chavarry, 2) El llamado del fiscal Pérez a cerrar el Congreso, en coordinación con la amenaza del Ejecutivo.

Pero para penetrar en la Fiscalía, tomarla por asalto e imponer el Acuerdo, que no era sino la pauta de Odebrecht, jugaron un papel clave las ONG de Soros, cuyo operador principal es Gustavo Gorriti. Asimismo, se jugó a fondo la concentración mediática Miro Quesada/Mohme subida a bordo, tanto por la Ley de Publicidad Estatal, como por que fue a sus manos a donde fue a parar, finalmente, la plata de las coimas reconvertidas en publicidad electoral.

Estuvieron también las izquierdas rosa, que bajo el pretexto del combate al fujiaprismo corrupto, se subieron al carro del gobierno para tapar sus propios enjuagues (los de Villarán y los de Humala-Heredia).

El peruano de a pie no ve todavía todo esto. No capta aun el movimiento de manos de tahúres políticos como Martín Vizcarra. La "lucha contra la corrupción", como hemos insistido, es un gran psicosocial que ha ido haciéndose más complejo y confuso. Le brotan ramas y tentáculos por doquier, porque hay quienes se suben al coche de la operación, para apoyarla y protegerse en ella y gritar ¡Ahí va el ladrón!

Es injustificable, en cambio, que no sea visto por periodistas y políticos curtidos. De manera que, si han caído redondos, deslumbrados ante el despliegue de impolutez de los Vizcarras, Domingos y Velas, es o porque los ciegan y estupidizan ciertas fijaciones e inquinas o porque están en la colada.

La periodista Juliana Oxenford, a menudo objetiva y aguda, insistía hace poco frente a Vitocho en que importaba un pepino el resarcimiento económico de Odebrecht. Más importante, decía, es que nos estábamos reivindicando moralmente al meter presos a 20 corruptos, entre presidentes y altos funcionarios.

Vitocho trató de hacerla entrar en razón, pero era imposible. Estaba acorazada de una moralidad que ha sido desparramada con gran hipocresía y maña por la corrompida concentración mediática, en la cual labora esta valiosa periodista.

No se da cuenta, como le decía el parlamentario de AP que es inmoral que una empresa que nos ha robado: 1) siga contratando con el Estado, 2) que haya logrado se le extienda 15 años para pagar solo 610 millones de soles (y tal vez nunca los pague), 3) que siga administrando los negocios donde ha corrompido y desde donde nos sigue desplumando a los peruanos. 4) y que goce de toda libertad para vender sus activos, haciendo negocio en grande con lo que debiera haberse ya revertido al Perú.

(Continuara)